El sistema político masai está descentralizado; se realizan reuniones de ancianos y discusiones públicas para decidir sobre los asuntos más generales. Lo que imperaba, y continúa imperando es la importancia que para ellos tiene el ganado. Algunos de sus representantes han sido vistos en reuniones democráticas en la capital, Nairobi, vistiendo traje, y algunos de los jóvenes acostumbran a jugar al billar y ver la televisión en aldeas cercanas donde no siempre son bien recibidos debido a las diferencias culturales. Los herreros forman el clan más bajo en la sociedad masai, teniendo muy mala reputación. Por ejemplo ser vecino de un kraal de forjadores atrae a la muerte, o la mujer que habita con un herrero acaba perdiendo la razón, y en el caso de tener hijos estos serán inválidos por causa de múltiples circunstancias. Está basada en la leche y en la sangre de los bueyes que mezclan en ocasiones con la orina de los animales. Para extraer la sangre de los bueyes, hinchan la arteria yugular del animal mediante un garrote y luego disparan un dardo o flecha quemarropa (tiene la punta roma para que no desangre y haga daño al buey). Extraen en cada ocasión dos litros de sangre, después cierran la herida mediante un empaste con tierra y estiércol. Casi nunca comen carne y menos si han bebido leche. Solo lo hacen por motivos festivos en el que se realiza el sacrificio de algún buey. Ocasionalmente ingieren vegetales, pero nunca procedentes de tierras o árboles cultivados. Los vegetales que consumen son semillas o frutos de plantas silvestres. El régimen alimenticio de los guerreros reúne una serie de privilegios prohibiéndoles beber aguamiel y masticar tabaco. Las características físicas de los masais, fundamentalmente de origen sudanés, desfavorecía para la actividad guerrera, ya que son personas altas, fuertes y muy ágiles. Son concientes de que poseen una gran belleza y adornan profusamente su cuerpo con elegancia y coquetería, utilizando llamativos collares de cuentas, brazaletes y pendientes que corresponden con el corte de la oreja del buey o con un dibujo del hierro candente con que marcan su ganado. Cuidan mucho su complicado y decorativo peinado, con trenzas largas a las que dan consistencia untando con grasa y barro cuyo color tiñe el pelo rojizo. Los guerreros llevan el pelo largo con una trenza que les cae por delante de la frente y otra que dejan caer sobre la espalda. Son esbeltos y de facciones finas. Visten con telas de vivos tonos rojizos y azulados. Las mujeres suele adornarse con multicolores cintas del pelo y con grandes collares de cuentas colocados uno tras otro. A veces se ciñen los brazos y los tobillos con gruesos filamentos de cobre. Hombres y mujeres acostumbran a alargarse los lóbulos de las orejas, colgándose pesados pendientes y ornamentos de cuentas. También suelen decorar artísticamente sus cuerpos con una mezcla de sebo de vaca y ocre, mineral rojo triturado hasta convertirlo en polvo fino.