Tanto los hombres como las mujeres lucen vistosas dilataciones en las orejas de hasta un palmo de longitud en la parte inferior del pabellón auricular, y del diámetro de una moneda pequeña en la parte superior, que acostumbran a adornar con maderas y cuentas de colores. La artesanía masai es muy destacable, principalmente en cuanto a productos textiles, tallas de madera, abalorios y adornos de hematita. Acostumbran a vestir una tela anudada sobre los hombros de vivos colores, generalmente rojas con diseños geométricos, sobre otras piezas de ropa. Coleccionan un gran número de danzas rituales y cánticos, que efectúan frente a los turistas a cambio de dinero y otros beneficios económicos. Por lo general, no se dejan fotografiar salvo que se les otorgue un pequeño pago como compensación. Las características físicas de los masais, fundamentalmente de origen sudanés, les favorecía para la actividad guerrera, ya que son personas altas, fuertes y extremadamente ágiles. Los masais, conscientes además de poseer una gran belleza, adornan profusamente su cuerpo con elegancia y coquetería, utilizando llamativos collares de cuentas, brazaletes, pendientes que curiosamente corresponden con el corte de la oreja del buey o con un dibujo del hierro candente con que marcan su ganado. El clan de los herreros proporciona a las mujeres unos anillos de bronce que se colocan formando filas en los brazos. Los masai son un pueblo estimado en unos 883000 individuos. Hablan maa, una lengua nilótico oriental. La mayoría mantienen su religión tradicional, aunque algunos han adoptado alguna forma cristiana. Son pastores nómadas que viven en las llanuras abiertas del sudeste de Kenia (este de Narok y Namanga) y el noreste de Tanzania. Su vida y su cultura giran en torno a su ganado vacuno, su riqueza y se trasladan a dondequiera que las condiciones sean mejores para sus reses. A mediados del S. XIX ejercían un importante poder en la zona. Eran temidos, ya que dominaban el resto de los pueblos del este de África, tenían los mejores pastos y practicaban sin resistencia el rapto y robo de ganado. Pero los enfrentamientos con las tribus vecinas y las fuertes sequías mermaron esta influencia. Con la colonización británica de África a principios del S.XX comenzó la presión para que este pueblo abandonase su tradicional forma de vida, pero los masai mostraron su oposición. El gobierno británico adquirió enormes superficies de su territorio. La peste bovina, traída por los ingleses, afectó y causó la muerte del ganado. Más tarde Kenia y Tanzania intentaron que abandonasen el pastoreo y se integraran en la cultura de sus respectivos países como agricultores. En la actualidad siguen ignorando reglamentos, leyes o mandatos oficiales que modifiquen sus costumbres, les prohíban ser guerreros o les obliguen a pagar impuestos.