Los masai viven en poblados formados por chozas circulares de barro y paja y cercadas por un cercado de ramas para evitar la entrada de depredadores. El poblado tiene tantas entradas como familias lo componen. Su matrimonio se suele apalabrar cuando aún son lactantes, atendiendo siempre a motivos materiales y económicos, sin olvidar los estéticos. No se les prohíbe mantener relaciones antes del matrimonio, mientras viven en el clan del padre, pero como contrapartida se les practica indefectiblemente la ablación al alcanzar la pubertad, bajo el pretexto de hacerlas válidas para el casamiento y la procreación. El hombre Masai se sirve de unas campanillas para hacer saber a su pretendida que plantea casarse con ella, las cuales hace sonar tantas veces como cabezas de ganado posea su padre. La dote es importante en el rito Masai, y está compuesta de tres vacas, dos ovejas y un buey, animales de los que la mujer tiene el honor de hacerse cargo tras una pertinente instrucción. La ganadería es una práctica extremadamente importante en la sociedad Masai, tanto que un hombre puede llegar a profesar mayor afecto a sus bueyes que a su esposa. De hecho, en el idioma Maa se designa con un mismo término al hombre y al buey.