Cebras en el Masai Mara. Volviendo al agua, es precisamente a la hora de cruzar los ríos cuando surgen los nervios y el conflicto. La tensión se corta en el ambiente. Es en este momento cuando más se estrecha su amor e incluso los amantes son bienvenidos. Me explico: ambos, cebras y ñus, son animales terrestres y como tales no se desenvuelven bien en todo lo que no sea su medio. Si a esto añadimos que ahí abajo, en el agua y las orillas, aguardan frotándose los dientes, cientos de cocodrilos del Nilo, sobra decir que el momento del cruce del río –junto con el del parto- es el más crítico de sus vidas. Aparte de los pequeños afluentes y arroyos más o menos sencillos de vadear, son varios los ríos que han de cruzar durante la migración: el Kirawira, el Sand River, el Talek y el más dramático de todos, el río Mara. El momento de echarse al agua es el más tenso del matrimonio. Primero comienzan a acercarse a la orilla, uno a uno, de decenas en decenas, de cientos en cientos. Así hasta miles. El nerviosismo flota en el aire y los sonidos característicos de los ñus se repiten constantemente. Son llamadas incesantes, llamadas de ánimo y de congregación para hacer piña antes de cruzar y, una vez al otro lado, siguen sonando como reclamo para que sus parientes que aun no han cruzado se decidan a hacerlo cuanto antes. Estos cortos mugidos son el hilo musical favorito de los cocodrilos y la banda sonora de la migración. Cebras y ñus se congregan en la parte alta de los terraplenes buscando una bajada cómoda al río, pero cuanta más cómoda sea la bajada por un terreno cortado en forma de embudo también mayor es el número de cocodrilos que aguarda en la salida del tobogán. Por eso optan por saltar al agua incluso desde grandes alturas. Las pautas son siempre las mismas. Primero ellas –las cebras-, más decididas pero mirando a ambos lados sin saber muy bien para donde tirar; después ellos, más simples y tercos que esperan a que sus “mujeres” comiencen a cruzar para echarse al agua. Una vez se mete el primero, los demás le siguen sin dudarlo en fila india. Sólo cuando uno de los que está en pleno cruce decide darse media vuelta víctima del pánico los demás le siguen y vuelta para atrás. Se corta el cruce migratorio del río por unos minutos, horas o incluso hasta el día siguiente, cuando cebras y ñus volverán a repetir el ritual. Cuantas más cebras y ñus haya durante el cruce mucho mejor. A mayor tamaño del grupo, menor es la probabilidad de que te toque la china de los cocodrilos. Eso es conveniencia en toda regla. El Masai Mara fue inaugurado en 1961.  Está situado al oeste del Rift Valley y es la continuación natural de las llanuras del Serengeti, en Tanzania. Las serpenteantes y oscuras aguas del río Mara atraviesan esta reserva de norte a sur para proseguir su camino hacia el oeste hasta el lago Victoria, ya en tierras tanzanas.