Unos sacerdotes muestran los libros sagrados de la nueva iglesia de St Mary  of Zion en Axum. Las iglesias etíopes cuentan con varias entradas: la entrada sur para mujeres y la norte para hombres; la oriente puede ser usada indistintamente. Construidas siguiendo un esquema inspirado en el Templo de Salomón, tienen tres partes: un coro, un espacio sagrado donde se reparte la eucaristía y un santuario cerrado accesible sólo a los sacerdotes. Ahí, en esa parte llamada “sagrado de lo sagrado”, cada iglesia guarda un Tabot, una réplica del Arca y de sus Tablas de la Ley, en un pequeño cofre de madera. En días religiosos importantes el Tabot sale en procesión del sacro santorum cubierto por una tela drapeada. Nadie parece preguntarse cómo, si de acuerdo a la leyenda quien mire el Arca queda ciego o incluso muere, es posible que todas las iglesias tengan una copia de ésta. Mis preguntas al respecto causaban molestia: para los etíopes lo relacionado con Arca es un dogma de fe. El Kebre Negest narra como a los 22 años Menelik regresó a Jerusalén a visitar a su padre, el Rey Salomón, quien le ofreció heredar el trono; ofrecimiento que declinó. Entre los acompañantes de Menelik se encontraba el hijo mayor de un alto sacerdote, quien hurtó el Arca tras soñar que debía llevarla consigo. Menelik enfureció al enterarse del hurto, pero luego a su vez soñó que eso era la voluntad de Dios y siguió su camino. Cuando el Rey Salomón se dio cuenta del robo pensó en enviar un ejército a perseguir a su hijo, pero él también soñó que era la voluntad de Dios y mantuvo la desaparición del Arca en secreto. La versión respecto a Makeda y Salomón, en la tradición judío ortodoxa de la falasha de Etiopía, es prácticamente idéntica a la del Kebre Negest. A pesar de ser una historia desestimada por los historiadores occidentales, los etíopes la aceptan sin dudar. Están convencidos que el Arca original fue llevada a Axum en el primer milenio antes de Cristo y que permanece ahí desde entonces.