Una lancha rápida navega por el Delta del Okawango en un safari acuático organizado desde el campamento Eagle Island Camp de Orient Express, en las afueras de la Reserva de Animales de Moremi, en Botswana. Hay ríos que mueren en el mar, cursos de agua que recorren kilómetros y kilómetros por la tierra, engordando, aumentando su caudal, para liberarlo en el océano. Hay otros que desembocan en lagos, en otros ríos… Pero hay otros, muy pocos, que desafiando lo establecido acaban vertiendo sus aguas en las arenas del desierto, tierra adentro, desapareciendo, esfumándose como por arte de magia. Esto es lo que le ocurre al río Okavango, 1.600 kilómetros después de nacer. Tras brotar en el sudoeste de Angola (donde tiene el nombre de Cubango), gira hacia el este, alejándose del mar, iniciando su recorrido a lo largo de la frontera entre este país y Namibia (conociéndose entonces ya como Okavango) para ir a morir a Botsuana. Bien lejos del Atlántico y del Índico, en mitad del cono sur del continente, creando el mayor delta interior del mundo. Es el Kalahari el que acoge las aguas del río, especialmente en los meses de julio y agosto, poco después de entrar en Botsuana por el norte. La imagen aérea del fenómeno es sensacional: en mitad de la aridez reinante, de tierras pálidas y luminosas, lenguas de agua tiñen de verde su recorrido hacia el sur. Parece un árbol sin ramas cuyas raíces avanzan infructuosamente hacia ninguna parte. Es tal la dimensión del delta (16.000 km cuadrados, algo mayor que la superficie de la provincia de Huesca) que habría que subir en un satélite para ver esto con precisión, pero el vuelo que se puede hacer en avioneta desde Maun ayuda a hacerse una idea magnífica de lo que allí ocurre. El río avanza perfectamente ordenado, encauzado, formando una ancha ribera hasta llegar a la altura de Sepupa, lugar donde todo se desordena, se desborda. Es aquí donde empieza el delta interior, donde el río se bifurca en mil y una rutas diferentes (más cuanto mayor sea el nivel de agua ese año) creando un laberinto de islas, ríos, riachuelos, regueros, regatos… que decenas de kilómetros más tarde se esfuman, desaparecen.