En el noroeste de la isla se encuentra el Café Diana, el mejor lugar donde ver las magnificas puestas de sol mientras se saborea un cóctel o un sabroso pancake de coco. Gili Meno. Los días no son muy diferentes en Gili Meno. El tiempo pasa despacio, como adormilado por el calor, y el cielo se mantiene azul, luminoso. Incluso puedes contar las nubes desde la playa. Piedras blancas del tamaño de un melón, melladas en caprichosas figuras, saltan sobre la arena empujadas por la corriente y quedan desmenuzadas en la orilla. La corriente es muy fuerte, casi impide nadar en su contra, pero sólo hay que dejarse llevar al hacer snorkel. Las piedras llegan a la orilla y quedan ahí, varadas, blancas rocas lunares en un mar de arena blanca, auténtica, en una playa solitaria y lenta. Silenciosa. Sólo algún turista a lo lejos trata de resistir bajo el sol.