CAN TUNIS BARCELONA DRUGS. Un usuario bajo el puente de Can Tunis busca el máximo de jeringuillas usadas para poder intercambiarlas por nuevas y venderlas para ganarse su dosis. En la pared: La fuerza esta en ti. Dios te quiere Libre. Está el que acaba de ser padre, que tiene a la madre de su hijo, también drogodependiente, en el hospital tras el parto. Al bebé han tenido que suministrarle metadona, porque tiene el síndrome de abstinencia recién nacido. Él continua yendo a consumir. Y este otro caballero, que va buscando de aquí y allá hasta que reúne el necesario para una dosis. En ocasiones sirve de “conejillo de indias”, prueba el cargamento, antes de que lo adquieran los “camellos”, para constatar la calidad de la mercancía en su propia cuerpo. “Ayer les dije, que esto era una mierda, que no valía nada”. Ahora está delante mío preparándose, antes de inyectarse, sale una gota por la punta de la aguja, la contempla pasmado como quien esta viendo, la séptima maravilla, del mundo, o la Capilla Sixtima y exclama: “¡Que belleza!”, y acto seguido le pasa la lengua, y se relame complacido. No es dulce, y por tanto no ha sido cortada con Cola-cao, como pasa a menudo.   Mientras se pincha me explica, “Yo lucho porque sea legal, o que en cualquier caso pase como en Austria, o en Alemania, donde recibes asistencia inmediata, y no has de hacer colas interminables para recibir tratamiento. Quiero que mis hijos puedan decir: “Mi padre fue un yonqui, pero hizo lo que pudo por mejorar la situación...”.