Vegetación exuberante en el Parque Natural de Valle de Cocora. Uno de los paisajes que más me ha impresionado de este país es el del Valle de Cocora, en el municipio de Salento, una de las zonas de amortiguación y entrada al Parque de los Nevados en la zona cafetera de Colombia. Es también el preámbulo del bosque de niebla, donde crece la palma de cera, Ceroxylon quindiuense, el “árbol nacional” del país. Esta colonia de palmas ,que se anuncia ya en el descenso del alto de la línea hacia la ciudad de Armenia, configuran un paisaje único, de gigantes silenciosos, testigos del paso del tiempo, ya que una palma de estas requiere de hasta 200 años para alcanzar su altura promedio, que es de 60m. Hacer una descripción de las sensaciones que evoca este lugar es casi imposible, por lo menos para mí. Es una mezcla de asombro y profundo respeto hacia la belleza del mundo natural ,y es también la clase de "paseo" que prefiero, ya que no sólo permite la distracción inherente a todo viaje, sino que además hace posible el contacto íntimo con gran parte de la historia y tradición nacional, así como con su riqueza botánica y faunística. La palma de cera es el hábitat del loro orejiamarillo, especie en peligro de extinción, ya que las palmas fueron aprovechadas durante mucho tiempo para tejer los populares ramos utilizados en semana santa, para la celebración del domingo de ramos, práctica que hasta hace un par de años ha empezado a cambiar. Dado que la parte utilizable es el penacho de la palma, estas eran tumbadas para alcanzarlos causando serios estragos en el ecosistema de este hermoso pajarito.