Antes de llegar al Lago Yamdork se puede hacer un alto en el camino en Nangartse para comer y degustar la cerveza local. La cerveza local, llamada chang con la que regamos nuestro plato principal (pasta acompañada de ricos pedacitos de carne de yak y que degustamos torpemente con unos palillos) se nos sube a la cabeza rápidamente a causa de la elevada altitud a la que nos encontramos. La lengua se desata y martilleamos al jefe del clan familiar con preguntas de toda índole a las que nuestro interlocutor responde amablemente una tras otra, con serenidad y sin que la sonrisa desaparezca de su rostro en ningún momento. Desgraciadamente, según leo en foros de viajeros, la tradicional hospitalidad tibetana ha dado paso a una interesada y falsa amabilidad, la sonrisa franca y espontánea de antaño se ha convertido en una pérfida mueca que esbozan los nuevos “falsos pastores nómadas” cuando se dejan fotografiar con trajes folclóricos a cambio de unas cuantas monedas, es el precio el progreso.