Alrededores del monasterio de Drepung durante el Yogurt Festival o también llamado Festival Shoton. Cada año, en el mes de Agosto, entre 35.000 y 40.000 turistas acuden a Lhasa, capital de la región autónoma del Tibet, con motivo de la celebración del Festival de Shoton que, junto con el Año Nuevo tibetano, es considerado el festival más popular de la cultura y tradición Tibetana. El Festival, que data del siglo XI, es conocido también como Festival del Yogur debido a que los habitantes de la región ofrecían yogur a aquellos monjes que habían terminado su retiro espiritual. Desde el siglo XVII, el festival, que antiguamente se celebraba exclusivamente por motivos religiosos, se ha convertido en la ocasión perfecta para realizar rituales budistas, representaciones folclóricas de la ópera tibetana, así como carreras de yaks y caballos. El Festival empieza a primera hora de la mañana en el Monasterio de Drepung a pocos kilómetros de la ciudad, cuando 100 lamas transportan un Thangka (típico tapiz pintado o bordado) con la imagen del Buda Sakyamuni, de 35 metros de largo, a una colina cercana al Monasterio y lo desenvuelven para que los visitantes lo puedan admirar y pedir salud y felicidad. Las celebraciones siguen durante una semana en el Palacio Norbulingka, antigua residencia veraniega del Dalai Lama, donde se organizan espectáculos de operas tibetanas de distintas provincias. En el maravilloso parque del palacio, los tibetanos se reúnen con sus familias para hacer picnics. Incluido en la mayoría de las rutas turísticas que se realizan en el mes de agosto, en las últimas ediciones, el festival ha sido “contaminado”, por efecto del desarrollo comercial de la zona, con eventos no tradicionales como, por ejemplo, ferias y exposiciones de automóviles e inmobiliarias. En 2010, durante las ferias y exposiciones celebradas se firmaron contratos comerciales de inversión por un valor superior a 4.000 millones de yuanes.  

 

LA ABADÍA DE FONTEVRAUD, SÍMBOLO DE PODER. Fundada en 1101 por el eremita Robert de Abrissel, la abadía de Fontevraud se convirtió durante la Revolución francesa en una de las ciudades monásticas más grandes de Europa. Sustentado por los papas, los obispos y los condes de Anjou, se erige como el símbolo del poder de los Plantegenêt albergando aquí su necrópolis. Aquí, en la iglesia de la abadía, eligieron ser sepultados los reyes Plantagenet (Enrique II, Eleonora de  Aquitania, Ricado Corazón de León y Isabel de Angoulême).