Varios niños y niñas separados hacen catequesis en el interior del recinto de la iglesia de St Mary  of Zion en Axum. el Arca de la Alianza es una reliquia venerada fervorosamente por los etíopes razón por la cual las iglesias guardan en su recinto más sagrado una réplica del Arca de la Alianza que contiene el Tabot. El Tabot que se guarda en las iglesias etíopes es una réplica (en madera o piedra) de las Tablas de la Ley cuyo original se conservaría en Santa María de Sion , en Axum. Nos encontramos en Axum, ante la fachada de la Iglesia de Nuestra Señora de Sion, lugar en el cual y según asegura la tradición se encuentra actualmente el Arca de la Alianza. En el interior del templo una única persona, un sacerdote, un elegido, un descendiente directo de los levitas, guarda celosamente el tesoro y no permite que nadie lo toque o lo vea. Mis esfuerzos por acceder al recinto sagrado y contemplar esta maravilla son infructuosos, además según me cuentan , aunque accediese al tabernáculo en el que reposa el arca y levantase los paños con los cuales se protege al Arca de miradas furtivas, mi falta de fe me impediría ver el preciado tesoro. Pero ¿Cuál es el origen de esta férrea e inquebrantable convicción que lleva a los cristianos ortodoxos etíopes a aseverar de manera tan tajante el hecho de que el Arca de la Alianza descanse en Axum? Recordemos que la Leyenda y la historia caminan de la mano en este país, no se entiende la una sin la otra y llegan a fundirse para crear una verdad incuestionable…. La epopeya del pueblo etíope se encuentra recogida en el Kebre Negest (Gloria de los Reyes), un libro escrito en Gue’ez (antigua lengua etíope) a finales del siglo XIII por un sacerdote de Axum. Según se afirma en esta magna obra, los orígenes de la historia etíope, íntimamente ligados con el mundo bíblico, se remontarían a la corta pero fructífera relación que mantuvieron la reina etíope Makeda o Belkis (nombres históricos con los que se conocería a la mítica reina de Saba) y el sabio rey Salomón. La Reina de Saba, viajaría a Jerusalén cargada de valiosos tesoros (joyas, piedras preciosas, especies…) en busca de los sabios consejos del afamado monarca Salomón, este aseguró a su honorable huésped que únicamente le exigiría una compensación en caso de que tomase algún bien del pueblo de Israel.