Un caballo pasta en un valle de las montañas de Simien. Puede que no vaya tan desencaminado. Las montañas Simien (que en amárico significa «Norte»), Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, con sus 180 kilómetros cuadrados de singular belleza, es territorio de los endémicos babuinos gelada. Para el excursionista, comprobar cómo manadas de hasta 400 individuos de estos monos deambulan a una altura que oscila entre los 2 mil y 4 mil metros, es una emocionante vivencia. Conocidos como mono de león, que atañe directamente a su frondosa melena, su presencia es un clásico por estas latitudes. Conviven en el espacio y tiempo con otras sorpresas: la cabra montés de Abisinia (walia), el lobo etíope (menos numeroso) o el antílope saltarrocas. La riqueza de la zona (amén de la proliferación de aves) se completa con una majestuosa flora donde no podemos olvidarnos de la endémica Lobelya rhynchopetalum. Con una profusión de alicientes de tanto calibre, no es de extrañar que la cámara fotográfica funcione sin cesar.