El campamento Khwai River Lodge de Orient Express en Botswana, en el interior de la Reserva Salvaje de Caza Moremi, cuenta con prismáticos de última generación para poder contemplar toda la vida salvaje, incluso cuenta con prismáticos de visión nocturna. De esa manera s pueden ver la vida de los elefantes con muchísimo más detalle. Botsuana prohíbe cazar elefantes. El país africano sostiene que “disparar a los animales puramente por deporte y trofeos ya no es compatible” con su compromiso de preservar la fauna local. Botsuana, el país africano en el que el rey Juan Carlos se rompió la cadera en abril en una cacería secreta, prohibirá la caza de elefantes a partir de 2014, según consta en un comunicado colgado en la web del Gobierno. “Hemos llegado a la decisión de detener la caza comercial de vida salvaje en las zonas públicas a partir de 2014,  porque disparar a los animales puramente por deporte y trofeos  ya no es compatible con nuestro compromiso de preservar la fauna local como un tesoro nacional”, afirmó el comandante general Ian Khama, presidente de Botsuana. La prohibición es el punto 124 de un discurso de 189 sobre el estado de la nación, colgado el 5 de noviembre y rescatado hoy por la BBC. Durante 2013 podrán seguir funcionando siete arrendamientos de caza, entre ellos el de Jeff Rann, el organizador de safaris que aparecía en algunas fotografías con el rey Juan Carlos, posando con animales muertos. Tras hacerse públicas las imágenes, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) retiró al monarca de la presidencia de honor de la organización. 130.000 ejemplares La llamada caza deportiva de elefantes está permitida en varios países africanos, como Botsuana, Camerún, Gabón, Mozambique, Namibia, Suráfrica y Tanzania, que incluso permiten sacar los trofeos del país. La prohibición de las cacerías es polémica porque, como advierte la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza en su web, cuando los beneficios económicos de la caza revierten directamente en las comunidades locales, disminuyen las muertes de elefantes, al facilitar la tolerancia a que los animales pisoteen sus cultivos, por ejemplo. Un censo aéreo terminado en 2011 mostró una caída dramática del número de ñus, jirafas y antílopes en los últimos 15 años en el norte de Botsuana. En el caso de los ñus, su población disminuyó un 90%, según Michael Chase, principal autor del estudio y fundador de Elefantes sin Fronteras. “El uso del suelo, la fragmentación del hábitat, los cambios en la vegetación, los efectos de la sequía, los vallados, los incendios y la caza furtiva son factores que contribuyen al declive de la vida salvaje a lo largo de África”, explicaba Chase. Sin embargo, su censo mostraba una población “estable” de elefantes, con unos 130.000 individuos.