Un elefante se baña plácidamente en unos de los riachuelos cercanos al campamento Savute Elephant Camp de Orient Express en Botswna, en el Parque Nacional de Chobe.  Los elefantes africanos compiten con la población de Botswana, y las zonas protegidas son inadecuadas para garantizar la supervivencia de los elefantes, especialmente en zonas áridas y semiáridas, donde los elefantes dependen de recursos y espacio utilizados también por la población. Debido a las variables climáticas y otras variables ambientales, los elefantes deben seguir gozando de movilidad y oportunismo, por lo que el confinamiento a determinadas reservas no resulta práctico y es perjudicial. En la Política de Conservación de la Fauna y Flora Silvestres de 1986 se reconoce claramente que si no se concede valor a los recursos de las especies silvestres, los imperativos de otros usos de la tierra serán inadvertidamente contrarios a la continua existencia de recursos de especies silvestres en cantidades razonables. Los conflictos entre elefantes y personas resultantes de una creciente población de elefantes en Botswana pueden ser desfavorables a largo plazo para los primeros si las comunidades que viven junto a los elefantes estiman que su subsistencia resulta adversamente afectada por un "recurso" que no les beneficia (comunidades) directamente. En esta política, y en otras políticas del Gobierno, como la Política de Turismo y la Estrategia de Conservación Nacional, se insiste en la utilización de los recursos naturales del país, incluidos los elefantes, sobre una base sostenible en bien a largo plazo de Botswana. Cuando las comunidades estiman que la conservación representa sólo un costo neto para ellas, y cada vez expresan más esos sentimientos, tal vez no sea posible obtener su cooperación para lograr que se cumplan los objetivos de la conservación. El comercio de productos de elefante no sólo es esencial para la conservación del elefante, su hábitat y otras especies, sino también para atender necesidades humanas fundamentales en el área de distribución de elefantes. Los conflictos entre población y elefantes, mencionados ya en este documento, alcanzan mayores proporciones, y las comunidades piensan que el elefante es una plaga. Con los productos de elefante, como el marfil obtenido en zonas comunales, puede aumentar el valor de los elefantes para esas comunidades, y la comunidad apreciará más a los elefantes. Con este beneficio directo que reciben, las comunidades estimarán cada vez más que les interesa la continua existencia de elefantes en cantidades razonables. En la última subasta de 1999, de conformidad con la Decisión 10.1, el 30% del producto obtenido se ha destinado a las comunidades adyacentes del área de distribución de los elefantes, y el resto se ha asignado a la conservación de elefantes. En el Programa 21 y en el Convenio sobre la Biodiversidad se estableció que cada país tiene derecho a utilizar sus recursos naturales como mejor le convenga. Botswana pide, pues, que se le conceda ese derecho con respecto a su población de elefantes. El almacenamiento y la acumulación de existencias de marfil entraña costos. Campbell (1990) informa de que Botswana disponía de más agua de superficie antes que ahora. Se señala que como los elefantes son una especie que depende del agua su distribución entonces era más amplia. Sobre la base de información de exploradores anteriores, Campbell llega a la conclusión de que la distribución de elefantes alcanzó su máximo registrado a finales del Siglo XVIII. Se cree que la sequía de las fuentes de agua de Kgalagadi, la extensión de los asentamientos humanos y, en particular, la excesiva caza para la obtención de marfil en los años 1800 han contribuido a la disminución de la población de elefantes, que alcanzó su mínimo en torno a 1890. Durante ese período, se comunica que sólo había pequeñas concentraciones de unos cuantos centenares de animales en las proximidades del delta del Okavango, la parte occidental de Chobe y en los ríos Linyanti y Kwando, al norte, y Tuli Block al sureste. Child (1968) y Sommerlattee (1976) describieron que aparecieron concentraciones de elefantes a lo largo de la parte oriental del río Chobe y hacia el sur, en el distrito de Chobe, a mediados del decenio de 1960. Esas observaciones indican una reocupación de partes de la antigua área de distribución de elefantes al norte de Botswana, que se habían abandonado al finalizar el siglo. Las normas de distribución y las estimaciones de población actuales de elefantes se derivan de reconocimientos aéreos que forman parte del programa del censo de animales iniciado en 1996, y han continuado desde entonces. La distribución de elefantes en el área de distribución septentrional más amplia depende de la disponibilidad de agua de superficie. Durante la estación húmeda se dispone normalmente de agua en todo el área de distribución de elefantes, en la que hay algunos depósitos estacionales. Durante esta época del año hay una mayor distribución de elefantes  La distribución en la estación seca está concentrada sobre todo a lo largo de fuentes de agua perennes de los sistemas fluviales de los ríos Kwando-Linyanti-Chobe en la frontera entre Botswana y Namibia. Tales concentraciones se superponen en el interior de Namibia. Existen pequeñas concentraciones a lo largo de la frontera zimbabwense que probablemente no tenga solución de continuidad con las poblaciones del otro lado, pues no hay verdaderas barreras al movimiento. Las demás concentraciones se observan en las orillas occidentales del delta del Okavango. Hay elefantes al norte de Tuli Block durante todo el año, si bien algunos de ellos cruzan regularmente durante algún tiempo el Tuli Circle de Zimbabwe.