Un león camina tranquilamente por las inmediaciones del campamento Savute Elephant Camp de Orient Express en Botswana, en el Parque Nacional de Chobe. Prohibida la caza de leones en Sudáfrica y Botswana. El Gobierno de Botswana ha prohibido la caza del león. “De forma unilateral, por sorpresa y por un periodo indefinido”, añaden los cazadores españoles de alto estanding. Las autoridades sudafricanas prácticamente han decidido lo mismo este verano. Allí tampoco se permitirá cazar más de 10 leones al año. Terrible noticia. ¿Dónde van a ir ahora estos ilustres matarifes para poder derribar leones? ¿Se quedarán sin su preciada alfombra de león “de verdad”? Por suerte para estos emuladores de Clark Gable en Mogambo, todavía hay posibilidades en África de cazar leones a tutiplén, enlatados en fincas privadas convenientemente valladas para evitar escapes al terreno de la competencia. El cadáver de un melenudo macho matado por uno mismo viene a costar unos 22.000 euros, aunque con esto de las prohibiciones su precio puede disparase en un futuro cercano, nunca mejor empleado el verbo. Y si el aguerrido cazador falla el tiro no debe preocuparse por la integridad de su trasero, pues el guía acompañante lo abatirá por él pero no se lo dirá a nadie. En África viven en libertad unos 40.000 leones, aproximadamente la mitad de los que había hace 25 años. Frente a ello, las divisas generadas por el turismo cinegético de este animal generan unos 146 millones de euros al año y mantienen 6.000 puestos de trabajo. El negocio podría reconvertirse en safari fotográficos, pero no interesa tanto. El cazador llega, mata, paga y se va. El turista pacífico es más tranquilo, quiere conocer, ver, pasear. Además no se hace fotos con los cadáveres, le gustan los animales vivos. Gente rara.