Brasil es el segundo país del mundo en número de casos de lepra.  Se detectan 40.000 nuevos cada año.  Tiene cura y su tratamiento es gratuito. La tragedia de la lepra consiste en que los enfermos no mueren de la enfermedad salvo en casos muy extremos. El cuerpo se va deteriorando durante años sin que su dueño pueda hacer nada por remediarlo. La pérdida del sentido del tacto en la piel conduce a frecuentes lesiones que se ven agravadas cuando la infección afecta a la vista. El sistema nervioso periférico es el más afectado, y frecuentemente los tendones de las manos se contraen en una "mano de garfio". Todas estas lesiones imposibilitan que los enfermos puedan trabajar y deforman su figura de tal manera que los abocan a la soledad y al aislamiento social y familiar.