CAN TUNIS BARCELONA DRUGS. En la carpa de venopunción un usuario se pincha en la mano mientra el otro lo hace en el cuello. Por entre los matorrales se ven inyectándose, y los niños del poblado pasan por en medio en bicicleta, como si tal cosa Eugenia se acerca a los usuarios, a preguntarles si necesitan alguna cosa. Es como un servicio a domicilio, “in situm”. Yo me quedo a un metro de distancia, el tiempo parece haberse detenido, me sudan las manos, la bolsa me resbala, y parece pesar una tonelada al cabo de un rato. Estoy a punto de sufrir una crisis de ansiedad, de tirarlo todo, pegar un grito, y salir corriendo....No puedo más, respiro de forma entrecortada. Estoy agotado, exhausto como si hubiera recibido una paliza. En el camino de regreso le pregunto a mi guía “¿Tú tienes pareja?”. “A mi no aguanta nadie, ¿y tú tienes pareja?.”, responde ella. Hago un gesto vago con la mano, “Tienes aspecto de disparar a todo lo que se mueve”, y acto seguido se hecha a reír. Produce un estremecimiento oír aquí una risa, como procedente de un mundo lejano, de un más allá remoto. Tengo ganas de cogerla entre mis brazos, de abrazarla contra mi pecho, de besarla una y otra vez, allá en medio....pero no lo hago.  Quizá sí que me lo he creído, y me pienso que soy como Humpry Bogart y ella es como Caterine Humprub en la “Reina de Africa”. ¡Menudo sitio para enamorase!. De regreso a la furgoneta, Carme Tapies, la responsable del proyecto me dice “El peor día fue cuando una chica me preguntó,  ¿Pero tú, tu que puedes, porque vienes aquí?. No ves que nos moriremos todos igual, vengais o no”.