Tienda especializada en galletas de jengibre. Incluso realiza talleres para que los niños las elaboren.   Para preparar galletas de jengibre necesitamos: 350g de harina, 130g de azúcar en polvo, 20g de mantequilla, dos huevos, tres cucharadas de miel, media cucharadita de bicarbonato de sodio, una cucharadita de la mezcla de especias para pan de jengibre, que contiene cilantro, badián, anís, canela, clavo de especia, hinojo, pimienta de Jamaica y vainilla, y un huevo para untar las galletas. Mezclamos los huevos con el azúcar, la miel y las especias y añadimos la mantequilla derretida. Poco a poco vamos añadiendo la harina con el bicarbonato de sodio hasta obtener una masa ni espesa ni demasiado blanda. Dejamos reposar la masa en un lugar frío (pero no en el refrigerador) hasta el día siguiente. Estiramos la masa con el rodillo hasta obtener medio centímetro de grosor. Cortamos las galletas con moldes de diferentes formas y tamaños, con motivos navideños. Colocamos las galletas sobre la bandeja cubierta de papel encerado dejando bastante espacio entre una y otra. Metemos en el horno precalentado y horneamos durante unos 8 o 10 minutos. Dos minutos antes de sacar la bandeja del horno, untamos las galletas con el huevo batido. Cuando estén frías, las adornamos con glaseado preparado de una clara de huevo y 100g de azúcar en polvo. Quien desea tener las galletas un poco más oscuras, puede añadir a la masa una cucharadita de cacao.  “Los artesanos jengibreros agrupados en el gremio tenían la obligación de fabricar pan de jengibre en la región donde habían aprendido el oficio. Para poder ingresar en el gremio tenían que estar casados y pagar una suma de dinero bastante alta. Los que no tenían esposa o recursos suficientes, muchas veces se casaban con una viuda de un jengibrero para alcanzar la membresía y el prestigio que suponía”. Más tarde, la situación cambió. En el siglo XVIII, el pan de jengibre dejó de ser una delicia de lujo y se difundió entre todas las clases sociales. A principios del siglo XIX comenzó la producción masiva de este alimento. Fue la época de oro del pan de jengibre. Pero poco a poco, su fabricación cedía al progresivo desarrollo de pastelería y confitería industrial. Y a principios del siglo XX ya quedaban realmente pocos los que se dedicaban a este oficio. Pero por suerte la tradición del pan de jengibre nunca ha desaparecido del todo. Ni tampoco las leyendas que se contaban de él. Antonín Novotný recuerda una de ellas. “La leyenda cuenta que cuando en la familia de un artesano jengibrero nacía una niña, éste bajaba ese mismo día a su taller y preparaba la masa de pan de jengibre. La colocaba en un saco de tela que ataba a la viga del techo de su casa. Años después, cuando la niña se iba a casar, sacaba la masa, la volvía a trabajar y hacía de ella pasteles de boda”. Muy bonito. Antes de terminar, creo que también deberíamos mencionar la decoración del pan de jengibre. Es verdad. Mucha gente lo recibe como regalo y en vez de comérselo, lo cuelga en la pared como un cuadro o lo coloca en algún lugar visible de su casa guardándolo como recuerdo, porque les da pena comerse algo tan bonito. Pero según yo tengo entendido este dulce antes no se decoraba... La tradición de decorar el pan de jengibre comenzó a fines del siglo XIX. Entonces se pegaban sobre él imágenes impresas de caballos, soldados, santos, etc. Algunos panaderos solían añadirle flores, espejitos y cintas de colores para darles más brillo. Hoy en día, se suelen decorar con glaseado preparado de claras de huevo y azúcar. Algunos prefieren diseños blancos, que recuerdan encajes o escarcha. Otros le añaden colorantes al glaseado. Al igual que los métodos de decoración, cambiaban los motivos del pan de jengibre. En el siglo XVI prevalecían corazones, en el XVII eran muy populares los retratos de reyes y santos. En el siglo XVIII, los motivos preferidos eran palomas, caballos y bebés y, más tarde, durante la revolución industrial, eran populares trenes, pistolas y relojes. Y hoy día, de todo un poco, afirma Antonín Novotný. “La cantidad y las formas de pan de jengibre que producimos varía durante el año. El mayor consumo se registra en Navidades, la Semana Santa, el día de San Nicolás y el día de San Valentín. Para Navidades preparamos sobre todo belenes, casitas nevadas y campanas; para las Pascuas, conejitos, pollos y huevos; para San Nicolás, figuras de ángeles y diablos; y para San Valentín, corazones”.