Feligreses en misa. Abyssinian Baptist Church.  132 Odell Clark Place (comunmente la 138th Street) cerca de la 7th Avenue.  Telf. 212-862-7474. (dom 11:00). Se trata de una de las iglesias más antiguas para feligreses de color en la ciudad. Se fundó en 1808 y llegó a ser una de las iglesias más ricas de Nueva York gracias, en parte, al carismático reverendo Adam Clayton Powell Jr. Lo más característico de esta iglesia de estilo neogótico hoy en día es su coro de gospel que cada domingo atrae a cientos de turistas. Por mucho que se empeñen en afirmar que la ceremonia no se trata de una mera actuación de gospel o un entretenimiento, sino que es únicamente un acto religioso, la verdad es que cuando uno se encuentra entre el público visitante, que está en el piso superior, y separado totalmente de los feligreses, tiene la sensación de estar más en una obra de Broadway que no en una ceremonia religiosa, aunque eso sí, vale la pena. Los visitantes sólo son bienvenidos en la misa de los domingos a las 11 y para conseguir entrar hay que hacer cola almenos dos horan antes y las mujeres deben de llevar los hombros tapados, y los hombres no pueden entrar con zapatillas playeras. El programa incluía actos en el Metropolitan Museum donde se discutieron las sinergias entre memoria y cine, mientras un grupo de niños, acompañados por un equipo de expertos (sherpas incluidos), imaginaban que ascendían el Everest. El neurólogo Oliver Sacks, autor de ‘El hombre que confundió a su mujer con un sombrero’, el reverendo Calvin O. Butts III y el coro de gospel de la Abyssinian  Baptist  Church  debatieron sobre el poder de sugestión de la música en nuestro cerebro, cuando las neuronas bailan al ritmo de bemoles y corcheas. Alan Alda, inolvidable en M.A.S.H. y en varios títulos de su amigo Woody Allen, volvió a meterse el sábado en el cráneo del físico Richard Feynman en la obra de teatro QED, para después charlar con el astrónomo Vera Rubin y los físicos Stephon Alexander y Pierre Hohenberg sobre los avatares del genial científico. Alda, investido como paladín de la divulgación científica, estrenó el domingo su propia obra dramática, basada en las cartas de amor de Albert Einstein. Otros ejemplos del apretado programa incluyen un debate sobre la ciencia de la longevidad, otro sobre la búsqueda de las leyes de la vida, uno más acerca del sueño de la teoría unificada de Einstein, otro sobre aquello que nos hace humanos, una coreografía en el Guggeheim basada en ‘El universo elegante’, un mesa redonda sobre ciencia y fe, una conferencia sobre las sinergias entre la magia y las matemáticas (quizá una redundancia, luego de la anterior), otra sobre los genes y nuestra biografía, una panoplia de actividades para niños en Washington Square, etc.