El monumento a Sibelius se encuentra en el parque del mismo nombre (Sibelius Parken), cercano a la costa oeste de la ciudad. Una de las vías desde las que se puede llegar es precisamente desde la calle dedicada al compositor (Sibeliuksen Katu). El barrio, llamado Taka-Töölö, es una zona tranquila fundamentalmente residencial, poco poblada en vida de nuestro autor. El hospital donde trabajaba su hermano Christian estaba en esta zona, y era habitual encontrar a Jean Sibelius paseando. De ahí la elección. En el mismo barrio podemos encontrar además calles dedicadas a los poetas Topelius y Leino. El parque recibió el nombre del músico en 1945, en conmemoración de su ochenta aniversario. Años después de su muerte se pensó en incorporar una estatua importante al parque, para lo cual se realizó un concuerso (años 61 y 62). Hubo un debate sin precedentes en Finlandia sobre cómo debía ser la escultura, si figurativa o abstracta. La ganadora entre 50 proyectos, la artista Eila Hiltumen (1922-2003) decidió incorporar ambas estéticas realizando un monumento en dos partes, una con el rostro del compositor (en su aspecto de los años 10), mientras que la otra consistiría en un símbolo abstracto formado por una serie de tubos, ambas elementos del conjunto metálicos (acero inoxidable). El monumento se inauguró en 1967 y fue tan polémico como las ideas sobre su creación. Lo más llamativo fue la poca importancia y aislamiento que tenía el rostro del compositor sobre los tubos, más grandes y llamativos, y a unos pasos. "Además, ¿qué significan esos tubos?", se preguntaron los finlandeses. Hiltumen no quiso desvelar su sentido, y murió hace unos pocos años sin desvelarlo. Los fineses han sostenido y sostienen aún varias teorías al particular: 1) Son tubos de órgano, el rey de los instrumentos y símbolo por excelencia de la música (instrumento al cual Sibelius dedicó apenas cuatro obras, sin embargo). 2) Representa la aurora boreal, el símbolo de la magia del norte (referenciada en la cantata "Oma maa" ["Nuestra patria"] opus 92) . 3) Son cristales de hielo (referenciados en varias obras del autor). 4) Son un símbolo de los bosques nórdicos (referenciados en Tapiola y en multitud de otras obras). Caben incluso otras propuestas, y ustedes seguro que están pensando en alguna. Puede que esta fuera realmente lo que pensó la artista, el no crear nada concreto y así permitir a los visitantes del monumentos pensar lo que quisieran sobre su significado e inspiración. Con el tiempo la polémica claudicó, y el monumento fue aceptado como un claro homenaje al maestro, y una señal de identidad de la ciudad, del país y de la cultura finesa. Todos los días decenas de autobuses de turistas de los lugares más distantes llegan al parque, y el conjunto artístico, sobre el verde césped o la nieve - dependiendo de la época del año, lógicamente -, sobre una roca salvaje, es mostrado con orgullo al ciudadano del mundo. Una réplica del mismo, a menos tamaño se puede encontrar en la sede de la Unesco en París, lo que denota la importancia cultural y representante de la cultura finesa que tiene la obra escultórica. Quizá el sibeliano, el que acude a Finlandia en busca de lugares impregnados de la presencia del maestro, este monumento puede decir poco, a pesar de su gran simbolismo. Sin duda encontrarán más oportuno visitar el Museo Sibelius de Turku / Åbo (museo de la música de Finlandia, con una sala dedicada a nuestro compositor con manuscritos, cartas, fotografías, y más material de primera magnitud), la casa natal en Hämeenlinna, y sobre todo Ainola, residencia de nuestro músico los últimos 50 años de su vida, donde compuso gran parte de su obra y donde está enterrado junto a su mujer Aino. La casa se conserva prácticamente igual de como la dejó el compositor tras su muerte, con infinidad de recuerdos materiales. En otro momento hablaremos de Ainola con más detalle.